El Oxígeno perdido: Un problema silencioso en las masas de agua dulce

Una nueva investigación revela que ríos, lagos y embalses están perdiendo su capacidad de generar oxígeno, con graves consecuencias para la biodiversidad y el equilibrio climático.

Durante décadas, los ríos, lagos y balsas han sido valorados principalmente por su belleza o utilidad, pero su papel ecológico es fundamental, especialmente en lo referido a la producción y regulación del oxígeno. Hoy, estos ecosistemas enfrentan una amenaza constante y creciente: están perdiendo su capacidad de generar oxígeno, lo que podría tener consecuencias graves para la biodiversidad y el clima global.

Una reciente investigación de la Universidad de Utrecht, Holanda publicada en Science Advances (volumen 11, número 14, artículo "Global inland-water oxygen cycle has changed in the Anthropocene"), de la que nos hacemos eco en Oxifuch, ha demostrado mediante un modelo global que las masas de agua dulce consumen más oxígeno del que producen. Este desequilibrio es consecuencia directa de la actividad humana: contaminación, infraestructuras y cambio climático están alterando profundamente el ciclo del oxígeno en nuestras cuencas y finalmente en nuestras balsas de almacenamiento y posteriores distribuciones.

El oxígeno disuelto es esencial para los organismos acuáticos y para procesos como la descomposición de materia orgánica y el reciclaje de nutrientes, es decir para un correcto mantenimiento del ecosistema. Sin embargo, la eutrofización —provocada por el exceso de nutrientes agrícolas y aguas residuales— acelera el crecimiento de algas, cuya descomposición consume grandes cantidades de oxígeno, generando hipoxia (bajo oxígeno) o anoxia (ausencia total).

Además, la construcción de presas y embalses interrumpe el flujo natural del agua, reduciendo la renovación de oxígeno y favoreciendo procesos de degradación. Aunque el cambio climático contribuye en menor medida (10-20 %), actúa como un factor que agrava la situación.

El estudio también subraya que la alteración del ciclo del oxígeno es tan profunda que se considera un indicio claro del Antropoceno: una nueva era marcada por la huella del ser humano sobre el planeta.

Las implicaciones de este hito van desde, pérdida de biodiversidad, deterioro de la calidad del agua, afectación a la pesca, el turismo, el tratamiento de agua y otros servicios ecosistémicos. Muchas comunidades, especialmente las que dependen directamente de estas masas de agua, ya están viendo cómo estos recursos se degradan (también en calidad) y encarecen.

Tal y como se menciona en el trabajo científico, los investigadores hacen un llamado urgente a actuar: restaurar el equilibrio del oxígeno en los ecosistemas de agua dulce no solo es vital para la vida acuática, sino también para la salud del planeta y la seguridad de las personas que dependemos de estos entornos.